En nuestra última visita a La Paz disfrutamos de los Nevados de la Cordillera Real que rodean esta ciudad del Altiplano. Como ya terminó la época de lluvias hace unos días espectaculares, con el cielo azuuuul que resalta más los valles y nevados de los alrededores. Tenemos la suerte de ir al Hotel Fuentes, donde descubrimos una habitación con vistas de la ciudad y el Illimani.
Aprovechando que viene a vernos la Cusi (la abuelita Elsa) montamos una excursión al mirador de la autopista, donde empieza la ciudad de El Alto, desde donde se tienen unas vistas de toda la ciudad con su Guardián: el imponente Illimani, acompañado de los majestuosos Mururata y Huayna Potosí.
Al día siguiente hacemos un tour al Nevado Chacaltaya. En furgoneta por un caminito de terror se llega a 5200 metros a lo que hasta hace pocos años fue la estación de esquí más alta del mundo. Actualmente a causa del rápido deshielo de estos últimos años ya está en desuso. La altura aquí es considerable y de los siete componentes del grupo, sólo cuatro subimos hasta la cima, a más de 5400 msnm. Hora y media de caminata para recorrer los dos miradores desde los que se puede contemplar toda la Cordillera Real, el Lago Titicaca, la ciudadas de la Paz y el Alto y hasta el Sajama en la lejanía. Alrededor de la montaña hay varias lagunas de vivos colores. Las espectaculares vistas te hacen olvidar del frío y te sientes pequeño ante la immensidad del vecino Nevado Huayna Potosí. Es indescriptible todo lo que puedes sentir.
La última excursión por la Cordillera fue a la Laguna Chiarkota, a los pies del Nevado Condoriri. Hicimos la caminata de 4 horas nosotros dos con la guía. Se parte del pueblito de Tuni, a dos horas en coche de La Paz, y se va ascendiendo suavemente hasta los 4650 metros. Durante el camino se pueden apreciar varios nevados donde destaca el macizo Condoriri, los picos del cual recuerdan la forma de un cóndor. Llegar a esta laguna con todos los nevado alrededor es fantástico, crea un entorno precioso y relajante. Después de pasear un poco y comer unos sandwiches y fruta nos disponemos a irnos. Pero justo entonces llega un grupo de llamas que nos ofrecen la posibilidad de tener las panorámicas que habíamos soñado, y es que descubrimos este lugar gracias a una foto muy difundida del reconocido andinista francés Alain Mesili.